martes, 19 de abril de 2016

La plaza





Y dormir en medio, para no caerme por los precipicios solitarios.

Y cruzarlas fuerte, para que no se cuele el frio entre mis piernas.

Y cerrar los puños, para no dejar sangrar los nudillos.

Y bloquear la mente, para evitar los bloqueos encamados.

Y apretar mi abdomen, conteniendo el aire amargo y agrio, que se repite como ajo, como salmorejo mal digerido.

Y escupir bien lejos, que no se diga de las señoritas; lo que me sobra y lo que me falta por beber, casi lento, con calma...como un trago de seis horas sentada en la misma plaza.

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