Que no hay que confundir la dependencia con las estrellas.
Ni confundir la necesidad con echarte de menos.
Porque los rituales son venideros, albergan mi esperanza.
Brincas a gritos de oreja a oreja, y esperas a mecerte en
mis coletas.
Dando vueltas como hélices de helicóptero, volamos hasta las
altas terrazas.
Blancas y elevadas, sentados en nuestros sueños.
Hablando entre bocatas de atún, hablando de recuerdos
futuros.
De esos que vendrán, volverán y se quedarán a mi lado.
Acurrucada ante tu cuello, siento tu aliento.
Alentando mi deseo,
de volver a decirte “te quiero”.
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