martes, 5 de abril de 2011

el Sol de cara, siempre mejor.

Que ocurriría si le dedicase más tiempo a cualquier nimiedad que me da aliento. Lo que en momentos de debilidad pienso que consiste en un sobre esfuerzo, no es más, que el pequeño soplo de viento que agita una hoja para anunciar la Primavera.
La de veces y con la fuerza que deberá soplar el mundo para llamar nuestra atención y avisarnos que a todos les (nos) toca florecer.

Se oyen desde lejos los frutos abrirse al sol, la histeria de la gente por comer carlota y así acelerar su bronceado más irresistible, e incluso las hormonas palmear con los contoneos de las guiri-faldas.

Tiempos de hacer locuras (o eso me susurra mi coherencia): hazte la loca, o mejor SE LOCA sin fingir que te equivocas de papel. Para guiones ya están los escenarios, y ya sabemos, que pocas veces no falta ni una diminuta improvisación.
Igual que bambalinas, las aceras se vuelven imponentes, y las preocupaciones potentes y pornográficas.
Los pasos pesados por la pesada conciencia, de lo debidamente correcto y lo maltrechamente impuesto, gritan por tus tímpanos...pero, ¿que se oye? ¿con qué se me deleita?




'Veo veo, ¿que ves?, una cosita, ¿y qué cosita es?..'
Es inevitable hasta para la bruja de las nieves, que su frialdad no se derrita con cada expresión mellada o moco colgando.

Es lo que tiene esta época, es lo que tiene la maldita Primavera. A algunos les da por estornudar, y a otros, otros más sencillos, les da por la tonta sonrisa, o en su defecto la sonrisa burlona.

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